martes, 9 de marzo de 2021

5 CONSEJOS PARA PADRES ADOLESCENTES


CARLOS PAJUELO

¡Que me dejes!, el grito de guerra favorito de los adolescentes

Hay una realidad y es que, en general, los adolescentes actualmente tienen “mala prensa”, bueno, mala no, lo siguiente. Yo escucho con mucha frecuencia a adultos echar pestes de ellos “son unos mal criados”, “son unos niñatos irresponsables y egoístas que sólo van a lo suyo” y que “con una buena bofetada les quitaba yo todas las tonterías”. Para culminar con ese, “en mis tiempos anda que…

Y yo os recuerdo que los adolescentes no son más que personas que están en formación, que no son un “producto” terminado, están en construcción. Y creedme si os digo que no es fácil ser adolescente, que son muchos y vertiginosos los cambios físicos, cognitivos, emocionales, a los que se enfrentan nuestros hijos en esta edad.

Los adolescentes de hoy en día, al igual que los niños, son el resultado de cómo una sociedad valora a la infancia o a la adolescencia. Y me temo que tal y como comenté en un pasado artículo, queremos que los niños y adolescentes crezcan rápido, que se hagan mayores, obedientes, maduros, que no molesten (como si el mundo de los adultos no estuviera lleno de desobedientes, inmaduros y molestos).

Los conflictos educando hijos o educando alumnos son inevitables. Educando niños y adolescentes surgen conflictos, conflictos inevitables y que van a poner en evidencia el talento, la capacidad de los padres, de los profesores, para afrontar estos conflictos.

Si, los adolescentes y los niños se descontrolan, esto lo saben legión de padres, madres y el profesorado. Por eso necesitan educadores que ante ese descontrol actúen de forma serena y decidida.

Mi primer consejo para los padres y madres es que cuando tengan que hablar/pelear con su hijo adolescente, que probablemente esté en “estado modorro”, tienen que procurar estar tranquilos, a veces hay q dejar pasar dos horas o dos días para hablar con un adolescente,  porque cuando estamos alterados (y los adolescentes son unos profesionales en sacar de quicio a sus padres o profesores) decimos cosas que ayudan muy poco a educar. Cuando los hijos están descontrolados necesitan padres controlados porque si nos descontrolamos también, ¿quién va a educar?, ¿quién va a mostrar a los hijos cómo se afrontan las situaciones conflictivas?

Mi segundo consejo es: firmeza. Firmeza significa que lo que los padres dicen que van a hacer, lo hacen. A veces por cansancio, por comodidad, por dar “otra oportunidad” no hacemos lo que les hemos dicho que íbamos a hacer. Y nuestros hijos lo saben y lo utilizan. Pasa ser firme hay que tener tranquilidad.

El tercer consejo, es que padres y madres no se deben contradecir. Os recuerdo que los adolescentes tienen un Máster en “echar a pelear a sus padres”. La firmeza ayuda a evitar esta situación.

El cuarto consejo: Cuida lo que sale por tu boca mientras educasHace unos días colaboré en un artículo que se publicó en el PAIS respecto a frases que deberíamos evitar decirles a nuestros hijos. 

Procura no decir “me estás amargando la vida” porque los hijos tienen padres para que los eduquen no para que les ilusionen. 

Procura no decir “Ahí tienes la puerta, pero si sales no vuelvas a entrar“, esto es muy típico de padres flamencos, que por cierto tienen hijos flamencos que aceptan el envite. 

No les digas, “Tú no tienes ni idea de que va la vida“, porque nadie tiene ni idea, lo que tenemos los padres son años de vida vivida y eso no se puede enseñar, eso solo se puede vivir. 

Procura no decir “Como sigas así vas a ser un desgraciado” porque esa frase solo asusta al que la dice. ¿No ves que después de discutir con un adolescente, se duerme como un profesional sus 8 horas mínimo y sin embargo los padres estamos desvelados a punto de trankimazin? 

Procura no decir, “Qué ganas tengo de que crezcas y te vayas de casa“. Como si te molestara que tu hijo viviera la vida que tiene que vivir. Pero sobre todo no le digas nada con hastío, con desgana, con rabia, derrotado. Cuando tu hijo adolescente tenga 40 años se comportará como uno de 40, con 14 se comporta como uno de 14.

Mi quinto consejo, es que te centres en lo que tú como padre o madre vas a hacer para educarpara seguir educando y no en el comportamiento de tu adolescenteAlgunos adolescentes dan muchos quebraderos de cabeza, es verdad. Pero más verdad es que, ante el descontrol de los “modorros”,  los padres lo que tenemos que seguir haciendo es perseverar educando.

Si es que la revista “Ser padres” se tenía que llamar “¿Vas a ser padre?, te vas a enterar” para que entendamos que educar hijos es una tarea, que como la vida misma, conlleva buenos y malos .momentos. Ánimo.


FUENTE:

http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/2017/01/22/5-consejos-para-padres-de-adolescentes/?ref=https:%2F%2Fes.search.yahoo.com%2F



CRITERIOS GENERALES PARA ESTABLECER NORMAS Y LÍMITES








El primer paso es mostrar seguridad y firmeza. Lo que digo y mi expresión facial deben decir lo mismo.


1. Recordar que ser firmes no implica dejar de ser cariñosos. Mi tono de voz indicará respeto y cariño, a la vez que mi expresión indicará firmeza.

2. Dar instrucciones claras. Frecuentemente decimos “pórtate bien” “no hagas eso” “quiero verte bien limpio”, etc., todas esas instrucciones son inespecíficas, ya que tienen diferente significado para las personas. En lugar de eso, procuremos darles normas más claras y concretas: “coge mi mano para cruzar la calle”, “lávate los dientes y las manos”. “Hemos quedado que el horario del ordenador es de 9 a 10”. Esto nos dará mejores resultados.

 

3. En algunos casos puede ser útil, darles a escoger entre diversas opciones, como por ejemplo elegir qué ropa quieren ponerse, qué fruta quieren comer. Esta libertad les enseñará que, cuando sea posible, podrán elegir, reduciendo así las resistencias.

 

4. Reforzar las conductas positivas, aunque nos parezcan pequeñas.

 

5. Sancione la conducta y no al niño. En vez de decirle “eres un desordenado”, le diremos “es hora de que arregles tu cuarto” La palabra de los padres es como ley para el niño, por ello debemos prestar atención a lo que decimos y evitar ETIQUETARLO.


6. Evite sobreprotegerlo, ya que es una forma de decirle “eres un incompetente”. La lástima promueve la debilidad, mientras que la comprensión promueve fortaleza.


7. Evite los NO que desconciertan. Los hijos obedecen más cuando les decimos qué es lo que tienen que hacer en un tono amigable, en vez de decirles qué es lo que “no” tienen que hacer. “Cuando acabes la tarea puedes ponerte al ordenador”, en vez de “si no terminas la tarea no vas al ordenador”.


8. Sugiera alternativas aceptables por ejemplo “no puedes tomar el helado antes del almuerzo, pero te lo puedo dar después”. De esta forma somos comprensibles con sus deseos y menos arbitrarios.


9. Explicar el porqué de las cosas de forma clara, corta y sencilla. Antes de dar una larga explicación que puede distraerlo manifieste la razón en pocas palabras. Por ejemplo: “Si pegas a los niños, no querrán jugar contigo”; “Cuando todos colaboramos, el ambiente de casa es mucho mejor”.

10. Controle sus emociones. Recuerde que la disciplina es enseñar a los niños cómo comportarse y no podemos enseñarles un buen comportamiento si es que estamos alterados. Recordemos siempre que nuestros hijos son grandes observadores y aprenden por imitación, y son los padres sus principales referentes: sea un ejemplo a seguir.

CASTIGOS Y CONSECUENCIAS

Cuando los castigos se utilizan por sistema para corregir el
comportamiento, se convierten en un fracaso. 

Tal vez eviten una conducta por imposición del adulto, por miedo o amenazas, pero no porque el hijo haya comprendido lo incorrecto de su conducta; hacen que se estanque en el problema, que se sienta mal y que proyecte su culpa en el acusador. 


Tu hijo, enfadado y con rencor, no aprende o no quiere cambiar su comportamiento y se siente tentado a reaccionar con otras conductas negativas que sabe que te molestan. 

Tras el castigo, en muchas ocasiones, se esconde la actitud de darle una lección al hijo: “así aprenderá". Va íntimamente ligado a nuestra rabia, a nuestra impotencia por hacerlo cambiar, a nuestra frustración. Muchas veces, al imponer los castigos de siempre impedimos que nuestros hijos experimenten sus propias consecuencias y que interioricen las normas y los valores. 

Cuando recurrimos al castigo por sistema tendríamos que preguntarnos muchas cosas: ¿Nos faltan otras herramientas? ¿Cuánto se pierde el hijo de autoestima, autodisciplina, confianza...? ¿Cuánto nos perdemos todos de respeto, cariño, autoridad positiva...?

Las consecuencias, como alternativa a los castigos, hacen que tu hijo forme parte de la solución, que asimile mejor su error y anticipe los resultados de un mal comportamiento.

 De esta manera desarrollará la autodisciplina y los criterios necesarios para tomar decisiones acertadas. Si tu hijo asume que en la vida, tras los hechos hay consecuencias, no castigos, evitaremos muchas discusiones y peleas. Las consecuencias directas ya llevan en sí mismas “premio” o “castigo”, aunque el hijo a veces no las vea o diga que a él no le afectan. 

Es muy importante no saltárselas. En muchas ocasiones, hablar sobre ellas puede abrir el diálogo y la reflexión sosegada; y si no lo comenta, al menos que lo piense. De aquí puede surgir la solución y quizás no sea necesario ir más allá. Si fuese necesario habrá que entrar en las consecuencias relacionadas. Desarrollaremos todo esto seguidamente.


HABLAN LOS EXPERTOS: educar con respeto, con consecuencias y sin castigos


A raíz de nuestro post en redes sociales en el que os animábamos a educar con consecuencias, y no castigos, hubo muchos comentarios pidiendo ejemplos prácticos. Hemos hablado largo y tendido con tres expertos: María Soto, de Educa Bonito con Disciplina Positiva, el conocido psicólogo Alberto Soler (autor de Hijos y padres felices, que va a lanzar su segunda edición) y la psicóloga y facilitadora de Disciplina Positiva Mónica Cerrada.


Con ellos reflexionamos sobre estos ejemplos prácticos y la filosofía de las consecuencias para educar. Los tres afirman que no se trata de una panacea ni de una forma más bonita de llamar a los castigos. Mónica nos anima a construir «un modelo de comunicación familiar que se centre en soluciones», Alberto Soler nos invita a «atender nuestra relación con ellos» antes que corregir una conducta y María Soto subraya que «si nos quedamos en la conducta (no recoge) estamos simplificando su crecimiento personal. La educación es un proceso a la inversa, ir muy dentro y crecer desde ahí». Los tres nos rompen un poco los esquemas y nos invitan a apostar por soluciones, respeto y por entender, como nos dice Mónica, que «un niño/a que se comporta mal es un niño que se siente mal»