martes, 13 de abril de 2021

CONSEJOS DE COMUNICACIÓN: LOS SERMONES Y LOS MENSAJES "YO"

 


MEDIR LA EFICACIA DE LOS SERMONES

 

- Pedro, baja el volumen de tele, por favor. Estoy hablando por teléfono no oigo bien. 

Pedro obedece unos minutos, al cabo de los cuales vuelve a subir el volumen.

- Pedro, por favor, ¿puedes bajar la televisión? ¡Pedro!... Mira, Ana, mi hijo es inaguantable. Esta juventud ha perdido el respeto. Te llamo en otro momento, ¿eh? 

Luego la madre va a ajustarle las cuentas a su hijo. 

- Pedro, eres el mayor egoísta del mundo. Pues entérate bien de una cosa: la gente te arrancará los ojos cuando te portes así con ella. 

Pedro se levanta del asiento y sale de la habitación musitando palabras ininteligibles.

-¡Vuelve ahora mismo aquí! ¡escúchame mientras te hablo! ¡Pedro....!

La madre de Pedro asume equivocada que su hijo va a cambiar actitud tras el sermón, que comprenderá su error y pedirá perdón.

 ¿Qué pretende Pedro? 
Que su madre le haga caso a él y no a la persona con la que habla por teléfono. 

¿Cómo siente la madre ? 
Frustrada, enfadada. 

¿Qué hace?
Dejar de hablar por teléfono y regañar a Pedro o lo que es igual, prestarle atención y ceder a su demanda. 

¿Cómo responde Pedro a la reacción de su madre?
Vuelve de repetir la provocación. 

¿Qué sentimiento esconde el comportamiento de Pedro? 
"Sólo me siento importante cuando llamo la atención". 

¿Qué debería hacer la madre? 

No ceder al chantaje ni doblegarse a su demanda. Puede cambiarse de teléfono, hablar desde otro lugar, apagar la tele sin decir ni una sola palabra, o si los nervios la acompañan hablar como si tal cosa. En definitiva, no prestar atención ante una provocación, pero en cambio, estar alerta y ofrecer interés en la primera ocasión propicia cuando el hijo muestre un comportamiento correcto y no moleste a nadie. 

El sermón suele otorgar a los padres una sensación de poder, de tener la última palabra, les ayuda a sentirse mejor, pero con frecuencia no produce el efecto deseado. La mayoría de los sermones que se lanzan al aire durante la batalla caen en saco roto y, lo peor, distraen al padre al hijo del punto exacto de enfrentamiento. 

Otra cosa distinta y recomendable es hablar con los hijos la importancia de las normas de convivencia del respeto a los demás cuando no hay tensión ni conflicto en el ambiente, cuando el padre no pretende corregir de forma inmediata la provocación del hijo. 


"MENSAJES YO" 


Cuando un hijo hace algo que nos molesta, solemos responder inmediatamente: 
"¿Cuando viene alguien a casa (tú) siempre te comportas como un mocoso?", 
“¿Cómo puedes ser (tú) tan estúpido?, 
“(Tú) Eres un desordenado". 

El padre tiene derecho a sentirse molesto, incómodo, enfadado... mensajes como éstos no refiriendo al hecho, sino al hijo. Las frases que incluyen un "tú", como en los ejemplos anteriores, normalmente hacen juicios sobre las personas, agreden directamente al otro y son ofensivas. Con seguridad, esta manera de abordar la situación, no llevará a buen puerto la relación. 

Es preferible hablar persona, deja las cosas más claras y no daña la autoestima del hijo. 
Por ejemplo: "Cuando vienen visitas y te encierras en tu habitación, me da mucha rabia, no me gusta. Sólo te pido un poco de amabilidad"

De esta manera expresamos claramente cómo vemos la situación, mostramos nuestro sentimiento y cuál es la respuesta que esperamos de él. En este caso, el hijo no se verá incitado tomar una postura de contraataque porque no hay juicios y la vez ayudamos a que pueda captar de manera adecuada nuestro punto de vista. 

Es mejor decir “Estoy enfadado!" que "Eres malo". O, cuanto menos, "estoy muy enfadada porque no has recogido habitación" en vez de "eres un desastre, no se puede contigo”

"Los mensajes Yo" son una "solicitud de ayuda" para que el hijo cambie el comportamiento, pero con respeto, sin que nadie se sienta atacado, despreciado o minusvalorado. Se favorece el crecimiento personal de ambos y se mejora enormemente la comunicación en la familia. 


A continuación citamos algunos ejemplos de “mensajes yo":

  • A partir de ahora necesito silencio.
  • Ahora estoy demasiado cansada para escucharte, hablaremos mañana.
  • Estoy furioso porque has roto lo que habíamos acordado.
  • Prefiero que ahora me dejes sola.
  • No voy a consentir que me grites, sólo te escucharé cuando me hables con respeto.


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