domingo, 18 de abril de 2021

Papa Francisco. COMUNICACION EN LA FAMILIA - Palabras: Permiso, Gracias y Perdón

 





“Yo, cuando encuentro a uno que se casa… les digo: “¡Estos son los que tienen coraje!” Porque no es fácil formar una familia. No es fácil comprometer la vida para siempre. Hay que tener coraje. Y los felicito, porque ustedes tienen coraje”, dijo.

“A veces me preguntan cómo hacer para que la familia vaya siempre adelante y supere las dificultades. Yo les sugiero que practiquen siempre …tres palabras que expresan tres actitudes…que los pueden ayudar a vivir la vida de matrimonio, porque en la vida de matrimonio hay dificultades: el matrimonio es algo tan lindo tan hermoso, que tenemos que cuidarlo, porque es para siempre. Y las tres palabras son “permiso, gracias, perdón”. Permiso. Permiso: siempre preguntar al cónyuge (la mujer al marido, el marido a la mujer) “¿qué te parece?¿te parece que hagamos esto? Nunca atropellar. Permiso.

La segunda palabra: ser agradecidos. Cuántas veces el marido le tiene que decir a la mujer “gracias”. Y cuántas veces la esposa le tiene que decir al marido “gracias”. Agradecerse mutuamente. Porque el sacramento del matrimonio se lo confieren los esposos, el uno al otro. Y esta relación sacramental se mantiene con este sentimiento de gratitud. “Gracias”.

Y la tercera palabra es “perdón”, que es una palabra muy difícil de pronunciar. En el matrimonio, siempre –o el marido o la mujer- siempre tiene alguna equivocación. Saber reconocerla y pedir disculpas, pedir perdón, hace mucho bien. Hay jóvenes familias, recién casados, muchos de ustedes están recién casados, otros están por casarse. Recuerden estas tres palabras, que ayudarán tanto a la vida matrimonial: permiso, gracias, perdón. Repitámoslas juntos: permiso, gracias, perdón. ¡Más fuerte, todos!”

Bueno, todo esto es muy lindo, es muy lindo decirlo en la vida matrimonial. Pero siempre hay en la vida matrimonial problemas o discusiones. Es habitual y sucede que el esposo o la esposa discutan, alcen la voz, se peleen. Y a veces vuelen los platos. Pero no se asusten cuando sucede esto. Les doy un consejo: nunca terminen el día sin hacer la paz.

¿Y saben por qué? Porque la guerra fría al día siguiente es muy peligrosa. ¿Y cómo tengo que hacer, padre, para hacer la paz?, puede preguntar alguno de ustedes. No hacen falta discursos. Basta un gesto. Y se acabó. Está hecha la paz.Cuando hay amor, un gesto arregla todo."


Papa Francisco


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La catequesis de hoy es como la puerta de entrada de una serie de reflexiones sobre la vida de la familia, su vida real, con sus tiempos y sus acontecimientos. Sobre esta puerta de entrada están escritas tres palabras, que ya he utilizado en la plaza otras veces. Y esas palabras son: «permiso», «gracias», «perdón». En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe.

Nosotros las entendemos normalmente como las palabras de la «buena educación». Es así, una persona bien educada pide permiso, dice gracias o se disculpa si se equivoca. Es así, pero la buena educación es muy importante. Un gran obispo, san Francisco de Sales, solía decir que «la buena educación es ya media santidad». Pero, atención, en la historia hemos conocido también un formalismo de las buenas maneras que puede convertirse en máscara que esconde la aridez del ánimo y el desinterés por el otro. Se suele decir: «Detrás de tantas buenas maneras se esconden malos hábitos». Ni siquiera la religión está exenta de este riesgo, que hace resbalar la observancia formal en la mundanidad espiritual. El diablo que tienta a Jesús usa buenas maneras —es precisamente un señor, un caballero— y cita las Sagradas Escrituras, parece un teólogo. Su estilo se presenta correcto, pero su intención es desviar de la verdad del amor de Dios. Nosotros, en cambio, entendemos la buena educación en sus términos auténticos, donde el estilo de las buenas relaciones está firmemente enraizada en el amor al bien y respeto del otro. La familia vive de esta finura del querer.

La primera palabra es «permiso». Cuando nos preocupamos por pedir gentilmente incluso lo que tal vez pensamos poder pretender, ponemos un verdadero amparo al espíritu de convivencia matrimonial y familiar. Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar que el otro abra la puerta de su corazón. Al respecto recordamos la palabra de Jesús en el libro del Apocalipsis: «Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (3, 20). También el Señor pide permiso para entrar. No lo olvidemos. Antes de hacer algo en familia: «Permiso, ¿puedo hacerlo? ¿Te gusta que lo haga así?». Es un lenguaje educado, lleno de amor. Y esto hace mucho bien a las familias.

La segunda palabra es «gracias». Algunas veces nos viene a la mente pensar que nos estamos convirtiendo en una civilización de malas maneras y malas palabras, como si fuese un signo de emancipación. Lo escuchamos decir muchas veces incluso públicamente. La amabilidad y la capacidad de dar gracias son vistas como un signo de debilidad, y a veces suscitan incluso desconfianza. Esta tendencia se debe contrarrestar en el seno mismo de la familia. Debemos convertirnos en intransigentes en lo referido a la educación a la gratitud, al reconocimiento: la dignidad de la persona y la justicia social pasan ambas por esto. Si la vida familiar descuida este estilo, también la vida social lo perderá. La gratitud, además, para un creyente, está en el corazón mismo de la fe: un cristiano que no sabe dar gracias es alguien que ha olvidado el lenguaje de Dios. Escuchad bien: un cristiano que no sabe dar gracias es alguien que ha olvidado el lenguaje de Dios. Recordemos la pregunta de Jesús, cuando curó a diez leprosos y sólo uno de ellos volvió a dar las gracias (cf. Lc 17, 18). Una vez escuché decir a una persona anciana, muy sabia, muy buena, sencilla, pero con la sabiduría de la piedad, de la vida: «La gratitud es una planta que crece sólo en la tierra de almas nobles». Esa nobleza del alma, esa gracia de Dios en el alma nos impulsa a decir gracias a la gratitud. Es la flor de un alma noble. Esto es algo hermoso.

La tercera palabra es «perdón». Palabra difícil, es verdad, sin embargo tan necesaria. Cuando falta, se abren pequeñas grietas —incluso sin quererlo— hasta convertirse en fosas profundas. No por casualidad en la oración que nos enseñó Jesús, el «Padrenuestro», que resume todas las peticiones esenciales para nuestra vida, encontramos esta expresión: «Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mt 6, 12). Reconocer el hecho de haber faltado, y mostrar el deseo de restituir lo que se ha quitado —respeto, sinceridad, amor— hace dignos del perdón. Y así se detiene la infección. Si no somos capaces de disculparnos, quiere decir que tampoco somos capaces de perdonar. En la casa donde no se pide perdón comienza a faltar el aire, las aguas comienzan a verse estancadas. Muchas heridas de los afectos, muchas laceraciones en la familias comienzan con la pérdida de esta preciosa palabra: «Perdóname». En la vida matrimonial se discute, a veces incluso «vuelan los platos», pero os doy un consejo: nunca terminar el día sin hacer las paces. Escuchad bien: ¿habéis discutido mujer y marido? ¿Los hijos con los padres? ¿Habéis discutido fuerte? No está bien, pero no es este el auténtico problema. El problema es que ese sentimiento esté presente todavía al día siguiente. Por ello, si habéis discutido nunca terminar el día sin hacer las paces en la familia. ¿Y cómo debo hacer las paces? ¿Ponerme de rodillas? ¡No! Sólo un pequeño gesto, algo pequeño y vuelve la armonía familiar. Basta una caricia, sin palabras. Pero nunca terminar el día en familia sin hacer las paces. ¿Entendido esto? No es fácil pero se debe hacer. Y con esto la vida será más bonita.

Estas tres palabras-clave de la familia son palabras sencillas, y tal vez en un primer momento nos causarán risa. Pero cuando las olvidamos, ya no hay motivo para reír, ¿verdad? Nuestra educación, tal vez, las descuida demasiado. Que el Señor nos ayude a volver a ponerlas en su sitio, en nuestro corazón, en nuestra casa, y también en nuestra convivencia civil. Son las palabras para entrar precisamente en el amor de la familia.

Y ahora os invito a repetir todos juntos estas tres palabras: «permiso», «gracias», «perdón». Todos juntos: (plaza) «permiso», «gracias», «perdón». Son las palabras para entrar precisamente en el amor de la familia, para que la familia permanezca. Luego repitamos el consejo que os he dado, todos juntos: Nunca terminar el día sin hacer las paces. Todos: (plaza) nunca terminar el día sin hacer las paces. Gracias.

martes, 13 de abril de 2021

SABER COMUNICARSE BIEN CON LOS HIJOS


La buena comunicación es fundamental para tener buenas relaciones 

Saber expresarte, saber preguntar, disentir, debatir, escuchar... es fundamental para tener buenas relaciones. 

Qué hacer para mejorar la comunicación con nuestros hijos 

Dicen que el roce hace el cariño y es cierto. Invertimos mucho tiempo en el cuidado y protección de nuestros hijos pero...

¿cuánto tiempo dedicamos a hablar con nuestros hijos?
¿cuánto tiempo dedicamos  a conocer a nuestros hijos a saber que le interesa , que le importa? ¿ cómo se lleva con los demás? ¿ cómo resuelve conflictos? ¿qué deseos y miedos tiene?

Las buenas preguntas generan buenas conversaciones

Conversar con nuestros hijos nos ayuda a conocerles mejor. Que le interesa, que le importa, como resuelve conflictos, cuál es su relación con los demás. 

El experimento para conversar con nuestros hijos 

Liz Evans, una madre, periodista de profesión, se cansó de obtener respuestas cortas de sus hijos. Bien, si, no... Es lo que se conoce como preguntas cerradas, que se contestan con una palabra. Entonces tuvo la ocurrencia de elaborar una serie de preguntas a las que no fuera posible responder con una sola palabra. Tenemos que hacer preguntas abiertas que no se puedan responder con un sí o un no. Elsa nos propone algunas de las 25 preguntas abiertas que nos ayudan a generar una conversación con nuestros hijos. 

Ejemplos de preguntas abiertas 

1. Qué es lo mejor que te ha pasado hoy en el colegio. 

2. Cuéntame algo que te haya hecho reír hoy 

3. Si pudieras elegir, ¿con quién te gustaría sentarte en clase?

4. ¿Cuál es el mejor sitio de la escuela? 

5. Dime una palabra rara que hayas oído hoy. 

6. Si llamara hoy a tu maestra, ¿qué me diría de tí? 

7. ¿Has ayudado a alguien hoy? ¿Cómo? 

8. ¿Alguien te ha ayudado a tí? ¿Cómo? 

9. ¿Qué es lo que te ha hecho más feliz hoy? 

10. Si una nave de alienígenas llegara a tu escuela y se llevara a alguien ¿a quién querrías que se llevaran? ¿Por qué? 

11. ¿Hay alguien con quién te gustaría jugar en el recreo y no lo hayas hecho nunca? 

12. ¿Quién es la persona más divertida de la clase? 

13. ¿Cuál ha sido tu parte favorita de la comida? 

14. Si fueras mañana el maestro del colegio ¿qué harías? 

15. Si pudieras cambiarte de sitio en la clase ¿dónde te pondrías y a quién le cambiarías el sitio? 

16. ¿Cuál ha sido tu parte favorita de la comida? 

17. Dime tres momento diferentes en los que hayas utilizado el lápiz hoy 


Cuando tus hijos vean que valoras sus palabras y sus pensamientos se sentirán bien consigo mismo y además aprenderán a escuchar, a preguntar y a interesarse por los demás. Aprenderán también que sus opiniones son importantes y se sentirán mas respetados y responsables de sus actos y pensamientos.

Si logramos establecer buenos cauces de comunicación con nuestros hijos pequeños, cuando sean mayores será mucho más fácil hablar con ellos y tener una buena comunicación con ellos en las etapas más difíciles de su vida, como puede ser la adolescencia.  Esto no es magia es inteligencia emocional.



CONSEJOS DE COMUNICACIÓN: LOS SERMONES Y LOS MENSAJES "YO"

 


MEDIR LA EFICACIA DE LOS SERMONES

 

- Pedro, baja el volumen de tele, por favor. Estoy hablando por teléfono no oigo bien. 

Pedro obedece unos minutos, al cabo de los cuales vuelve a subir el volumen.

- Pedro, por favor, ¿puedes bajar la televisión? ¡Pedro!... Mira, Ana, mi hijo es inaguantable. Esta juventud ha perdido el respeto. Te llamo en otro momento, ¿eh? 

Luego la madre va a ajustarle las cuentas a su hijo. 

- Pedro, eres el mayor egoísta del mundo. Pues entérate bien de una cosa: la gente te arrancará los ojos cuando te portes así con ella. 

Pedro se levanta del asiento y sale de la habitación musitando palabras ininteligibles.

-¡Vuelve ahora mismo aquí! ¡escúchame mientras te hablo! ¡Pedro....!

La madre de Pedro asume equivocada que su hijo va a cambiar actitud tras el sermón, que comprenderá su error y pedirá perdón.

 ¿Qué pretende Pedro? 
Que su madre le haga caso a él y no a la persona con la que habla por teléfono. 

¿Cómo siente la madre ? 
Frustrada, enfadada. 

¿Qué hace?
Dejar de hablar por teléfono y regañar a Pedro o lo que es igual, prestarle atención y ceder a su demanda. 

¿Cómo responde Pedro a la reacción de su madre?
Vuelve de repetir la provocación. 

¿Qué sentimiento esconde el comportamiento de Pedro? 
"Sólo me siento importante cuando llamo la atención". 

¿Qué debería hacer la madre? 

No ceder al chantaje ni doblegarse a su demanda. Puede cambiarse de teléfono, hablar desde otro lugar, apagar la tele sin decir ni una sola palabra, o si los nervios la acompañan hablar como si tal cosa. En definitiva, no prestar atención ante una provocación, pero en cambio, estar alerta y ofrecer interés en la primera ocasión propicia cuando el hijo muestre un comportamiento correcto y no moleste a nadie. 

El sermón suele otorgar a los padres una sensación de poder, de tener la última palabra, les ayuda a sentirse mejor, pero con frecuencia no produce el efecto deseado. La mayoría de los sermones que se lanzan al aire durante la batalla caen en saco roto y, lo peor, distraen al padre al hijo del punto exacto de enfrentamiento. 

Otra cosa distinta y recomendable es hablar con los hijos la importancia de las normas de convivencia del respeto a los demás cuando no hay tensión ni conflicto en el ambiente, cuando el padre no pretende corregir de forma inmediata la provocación del hijo. 


"MENSAJES YO" 


Cuando un hijo hace algo que nos molesta, solemos responder inmediatamente: 
"¿Cuando viene alguien a casa (tú) siempre te comportas como un mocoso?", 
“¿Cómo puedes ser (tú) tan estúpido?, 
“(Tú) Eres un desordenado". 

El padre tiene derecho a sentirse molesto, incómodo, enfadado... mensajes como éstos no refiriendo al hecho, sino al hijo. Las frases que incluyen un "tú", como en los ejemplos anteriores, normalmente hacen juicios sobre las personas, agreden directamente al otro y son ofensivas. Con seguridad, esta manera de abordar la situación, no llevará a buen puerto la relación. 

Es preferible hablar persona, deja las cosas más claras y no daña la autoestima del hijo. 
Por ejemplo: "Cuando vienen visitas y te encierras en tu habitación, me da mucha rabia, no me gusta. Sólo te pido un poco de amabilidad"

De esta manera expresamos claramente cómo vemos la situación, mostramos nuestro sentimiento y cuál es la respuesta que esperamos de él. En este caso, el hijo no se verá incitado tomar una postura de contraataque porque no hay juicios y la vez ayudamos a que pueda captar de manera adecuada nuestro punto de vista. 

Es mejor decir “Estoy enfadado!" que "Eres malo". O, cuanto menos, "estoy muy enfadada porque no has recogido habitación" en vez de "eres un desastre, no se puede contigo”

"Los mensajes Yo" son una "solicitud de ayuda" para que el hijo cambie el comportamiento, pero con respeto, sin que nadie se sienta atacado, despreciado o minusvalorado. Se favorece el crecimiento personal de ambos y se mejora enormemente la comunicación en la familia. 


A continuación citamos algunos ejemplos de “mensajes yo":

  • A partir de ahora necesito silencio.
  • Ahora estoy demasiado cansada para escucharte, hablaremos mañana.
  • Estoy furioso porque has roto lo que habíamos acordado.
  • Prefiero que ahora me dejes sola.
  • No voy a consentir que me grites, sólo te escucharé cuando me hables con respeto.


lunes, 12 de abril de 2021

LA COMUNICACIÓN PADRES - HIJOS



Uno de los factores más importantes en la educación es el APEGO. Para favorecerlo muy importante la forma en que nos comunicamos con nuestros hijos. La forma en que nos comunicamos con los demás es una conducta (se puede observar). 


En la COMUNICACIÓN hay dos aspectos igualmente importantes: el contenido o mensaje verbal (lo que decimos) y el no verbal (como lo decimos: postura, gestos, tono de voz, etc.). También importante no olvidar que la comunicación se produce entre dos o más personas y es tan importante poder hablar como poder escuchar. 


Respecto al contenido, se puede hablar de distintas cosas con los hijos: valoraciones, temas neutros, actualidad, temas de interés propios, temas de interés de los hijos, informaciones acerca de la vida de los padres o de los hijos, ilusiones, expectativas, información práctica acerca de cómo hacer las cosas, mandatos, ordenes, peticiones, críticas, hablar acerca de alguna cuestión problemática...Cuando nos centramos en hablar solo del problema (reprochar, reñir, poner consecuencias...) ignoramos otras áreas de buen funcionamiento y el problema se hace más grande, invadiéndolo todo. 

Podemos decir que existen tres grandes grupos de conductas a la hora de comunicarnos: ASERTIVIDAD, AGRESIVIDAD Y PASIVIDAD, aunque no hay una forma  pura de hacerlo. Lo ideal es tender a un estilo de comunicación asertivo en el que respetemos nuestros derechos (a decir no, a cambiar de opinión, a expresar como nos sentimos, etc) respetando también los derechos de los demás. 

Comunicación pasiva 

Quien adopta esta postura no es claro a la hora de expresar sus sentimientos, pensamientos y deseos. Suele utilizar expresiones como "quizás", "tal vez"... Su tono de voz es bajo, el discurso dubitativo, el contacto visual es mínimo y predomina una postura corporal vacilante. Las consecuencias inmediatas del comunicador pasivo son que evita conflictos y consigue la aprobación de los otros. Las consecuencias a largo plazo son que no defiende sus derechos y los otros se aprovechan de él. Los sentimientos más frecuentes generados por esta forma de comunicarse son la ansiedad, frustración, cólera,...por lo que puede desembocar en un estallido de agresividad o desembocar en problemas psicosomático.

 Comunicación agresiva 

Expresa derechos, pensamientos y sentimientos pero de forma inadecuada, ya que viola los derechos de los demás, los humilla y desvalora. Suele manifestarse en forma de gritos, ironías o desvalorizaciones, postura corporal tensa, mirada fija, etc. Las consecuencias inmediatas son que afirma su idea de poder, se libera emocionalmente y, en ocasiones, obtiene lo que pretende de forma autoritaria. No obstante, a largo plazo, dificulta las relaciones intimas, teme que demás actúen como él, puede desarrollar enfermedades psicosomáticas y genera problemas familiares y sociales. Los sentimientos que acompañan a esta forma de comunicarse son la rectitud, rigidez, superioridad, culpa, miedo, venganza, odio...


Comunicación asertiva 

 Es clara, directa. La persona expresa sus ideas, deseos, opiniones y sentimientos  respetando sus derechos y los de los demás. Usa expresiones como "pienso que...", "siento que...", “me gustaría..." Su tono de voz es firme, calmado. Tiene un contacto visual claro y postura corporal firme pero relajada. Los sentimientos son de respeto por sí mismo, satisfacción, seguridad, y de comprensión hacia los demás. 


Una característica de este tipo de conducta es la comunicación que utiliza el tipo de "MENSAJES YO": "yo pienso que..." "yo siento que..." “yo te veo así...". Este tipo de mensajes habla de conductas concretas y define un origen personal, es sumamente respetuoso ya que expresa los sentimientos, opiniones y deseos sin evaluar o reprochar la conducta de los demás. Son mensajes persuasivos y facilitadores de la expresión de las diferencias y de los desacuerdos, a diferencia de poner etiquetas ("eres un vago")

 Formula de los Mensajes Yo:

1. Hablar de lo que sucedió concretamente (Ayer paso...). 

2. Expresar desde un punto de vista personal que pienso o siento ante eso (Yo creo, Yo pienso, Yo siento...).

 3. Hacer una petición de cambio (me gustaría...). 

Para mantener una buena comunicación con los hijos es importante comportarnos de forma asertiva. 

Además podemos tener en cuenta una serie de cosas: 

- Escoger los momentos adecuados para tratar los temas conflictivos. 

- Hablar con los hijos de otros temas no conflictivos (gustos, intereses, aficciones en común, actualidad, la vida cotidiana...).

 - Animarles a dar su opinión. 

- No solo esperar que ellos compartan con nosotros, sino hablar de nosotros mismos, nuestro día a día, etc. 

- Escucha activa (resumen, paráfrasis, gestos de atención...).

 - No ridiculizar, ni recriminar cuando dicen algo con lo que no estamos de acuerdo. 

- Mostrar empatía, intentar ponernos en su lugar y comprender como puede sentirse. 

Una de las cosas más difíciles a la hora de ser ASERTIVO es la capacidad para decir NO de una forma adecuada. 

Hay muchas ocasiones en que lo padres les dicen que NO a los hijos y este NO, puede deberse a distintos motivos: 

- Porque NO puedo (No te compro una play porque no tengo dinero). Este No, produce menor frustración que los otros.

 - Porque NO es adecuado es perjudicial para el hijo (No te dejo fumar porque es malo para la salud).  Produce un cierto nivel de frustración porque en muchas ocasiones los adolescentes creen que son capaces de saber y decidir lo que es bueno para ellos o no.

- Porque NO quiero. También como padres tenemos derecho a negarnos a ciertas peticiones porque no queremos satisfacerlas. Es la que mayor frustración produce.

Es importante estar preparados para como pueden reaccionar. No obstante siempre es importante ser asertivos, mantenernos calmados hora de decir NO y aceptar que la otra persona puede no entender y/o aceptar nuestras razones.

LAS DIEZ FRASES QUE DEBES EVITAR DECIR A TUS HIJOS

Las expertos explican los efectos negativos que tienen en la autoestima y la motivación de los niños algunas expresiones que se usan de forma habitual



Se siente identificado con alguna de las frases de la derecha?

 Todos los padres quieren darle la mejor educación a sus hijos, pero nadie tiene la receta mágica, y en algunas ocasiones, más de las que nos gustaría, caemos en el error de decir cosas que pueden desmotivarles, dinamitar su autestima o dificultar nuestra relación con ellos. Pero no se fustigue. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha visto sobrepasado por el cansancio de un duro día de trabajo y el no menos estresante tira y afloja que le espera en casa? "Somos humanos y es normal equivocarse. Lo importante es saber pedir perdón, algo que a muchos padres les cuesta. Además, si lo hacemos, les estamos dando un gran ejemplo", explica María Rueda, psicóloga de Cenit Psicólogos. "No se trata de retractarnos, ni tampoco debemos compensarles con cariño y palabras bonitas. Lo que han hecho está mal y debemos explicárselo para que aprendan a tomar mejores decisiones la próxima vez. Además, deben saber que sus actos tienen consecuencias", continúa. Así que hágaselo saber, pero desde un punto de vista constructivo y empático.

Según los expertos, éstas son las frases que debería evitar en la comunicación con sus hijos:

1. 'APRENDE DE TU HERMANO'

Las comparaciones siempre son odiosas, no sólo para los adultos, sino también para los menores. Es muy fácil caer en ellas cuando se tienen varios hijos, pero hay que tener cuidado porque "generan rivalidades en la familia y son muy perjudiciales a la larga", afirma Rueda. El niño percibe a su hermano como un modelo que nunca podrá alcanzar y esto afecta a su autoestima, al considerar que a sus padres les gustaría que él fuera de otra manera.

2. 'ME VAS A VOLVER LOCA'

Puede que esta afirmación sea cierta en muchas ocasiones y que usted se vea al límite de la cordura, pero no tiene por qué hacerle partícipe de ello a su hijo. "Utilizar la culpabilidad para motivar no es el mejor método para cambiar su comportamiento. Además, puede generar un impacto negativo en nuestra relación con ellos", afirma Rueda. "Les estamos transmitiendo la idea de que nuestros problemas son culpa suya, y esto les puede generar una gran ansiedad", afirma Inma Marín, consultora pedagógica y presidenta en España de la Asociación Internacional por el Derecho del Niño a Jugar.

3. '¿NO TE DA VERGÜENZA PORTARTE ASÍ?'

Al igual que la anterior expresión promovía la culpa, ésta fomenta la vergüenza. Algunos padres tratan de imponer disciplina de esta manera, principalmente delante de otras personas, "pero es mejor evitar las críticas que no sean constructivas o sólo conseguirá humillarle y minar su autoestima", argumenta Rueda.

4. 'SI NO HACES ESTO, TE VOY A CASTIGAR'

Las amenazas, en cambio, utilizan el miedo y pueden llegar a erosionar la confianza que los niños tienen depositada en sus progenitores. Además, "con nuestro ejemplo, les estamos enseñando que para conseguir lo que quieren es legítimo hacerlo a través de la intimidación", dice Rueda.

El problema de abusar de esta frase u otras similares es que, en la mayoría de los casos, es una expresión vacía. Por ejemplo, "si te portas mal no te van a traer nada los Reyes Magos". "Sabemos que esto no va a pasar nunca ya que no pretendemos dejar a nuestro hijo sin regalos. De esta forma sólo conseguimos que nuestro hijo aprenda que sus acciones no tienen consecuencias y perdemos credibilidad. Por lo que si se quiere imponer un castigo, éste debe ser coherente y debemos estar dispuestos a llevarlo a cabo en un breve periodo de tiempo", dice la psicóloga.

Otras veces se utiliza este estilo comunicativo para hacer a los niños un chantaje emocional: "Si te portas bien, te compro una chocolatina". De esta manera se corre el riesgo de que el menor no aprenda por qué tiene que hacer lo que se le ha pedido, sino que lo hace para obtener un fin determinado.


5. 'ESTOY HARTA DE TI'

Cuando un padre utiliza esta expresión, víctima del estrés, no tiene la intención de herir los sentimientos de su hijo, ni mucho menos, pero hay que ser conscientes de que este comentario, fruto de la exageración, puede provocar que su hijo crea que es real y permanente, y provocar en ellos un impacto negativo. "El amor de un padre hacia un hijo es incondicional, y eso es algo que debemos hacerles saber en todo momento", afirma Marín.


6. 'ERES UN NIÑO MALO'

"Es un error decirle a un niño que es malo porque éste pensará: 'Vale, soy así y no puedo hacer nada por cambiarlo'", cuenta Rueda. Los expertos aconsejan ser concretos a la hora de explicarles qué es lo que han hecho mal y censurar sus acciones. "Diciéndoles que son malos les transmitimos la idea de que son defectuosos. Por eso, es más aconsejable centrar la atención en lo que pueden cambiar en el futuro para conseguir un resultado más positivo". Es más constructivo usar otras expresiones como: "No me gusta cuando haces..." para explicarles por qué su comportamiento no es aceptable y ofrecerles alternativas.

7. 'PORQUE LO DIGO YO... Y PUNTO'

Los adultos tendemos a pensar que siempre tenemos la verdad absoluta si nuestro interlocutor es un niño. Y cuando llega un punto de la discusión en el que ya estamos cansados de argumentar, recurrimos a esta frase para darla por zanjada. Pero el imperativo por el imperativo no hace otra cosa que erosionar la relación padre-hijo si no se les ofrece ninguna explicación de por qué deben hacer lo que se les ha pedido.

8. 'NO LLORES, QUE NO ES PARA TANTO'

"Muchas veces tendemos a infravalorar los sentimientos de nuestros hijos. Puede que se hayan peleado con un amigo en el colegio y aunque esto para nosotros carezca de importancia, para ellos la tiene y no debemos quitársela", explica Marín. "También es habitual usarla con la intención de distraerles de eso que les duele para que se sientan mejor, pero esa no es la manera adecuada de ayudarles. Es mejor apoyarles y consolarles para que sepan que cuando les pase algo malo nosotros les entenderemos y estaremos ahí", continúa.

9. 'DEJA, QUE YA LO HAGO YO'

El mensaje que se lanza cuando se utiliza esta expresión es claro: "No vas a ser capaz de hacerlo". Y si el padre lo cree, el niño también lo hará, así que éste llega a la siguiente conclusión: "¿Para qué me voy a esforzar la próxima vez?".

Además, de esta forma le estamos impidiendo que aprenda por sí mismo, convirtiéndole en una persona dependiente e insegura. Otras frases similares a ésta son "no sabes hacer nada bien" o "no sé cuándo vas a aprender", afirmaciones poco constructivas que "no valoran el esfuerzo, sino el resultado que se obtiene", asegura Marín.

10. 'ERES UN VAGO Y ASÍ NO VAS A LLEGAR A NADA EN LA VIDA'

Los estudios y las malas notas son uno de los principales frentes abiertos cuando se trata de hijos adolescentes. La intención de los padres es que se den cuenta de que no les aguarda un futuro prometedor si no hacen lo que se espera de ellos y que llegará un momento en el que se arrepentirán de haber tomado decisiones equivocadas, pero lejos de provocar una reacción positiva en ellos, estas frases dañan la relación parteno-filial y provoca en los jóvenes frustración y desinterés.


PATRICIA LOZANO

FRASES MOTIVADORAS PARA NUESTROS HIJOS





Si cada día corregimos 15 veces en negativo a nuestros hijos y les decimos NO otras quince, su saldo positivo en el banco de las emociones será nulo. Sin capital, ¿cómo van a aguantar hasta final de mes? Irán tirando, arrastrándose como puedan, hasta sentirse vacíos y sin fuerzas. O al revés, tan insatisfechos que pueden llegar a explotar.

A todos nos gusta tener nuestras arcas bien llenas. Con la cuenta en el banco cargada nos atrevemos a cualquier cosa: a viajar, a comenzar nuevos proyectos o a soñar.

A nuestros hijos les pasa igual. Solo que en su banco no hay dinero sino emociones. Valoraciones. Seguridad. Y los ingresos o salidas dependen, en muchos casos, de nosotros.
Ayúdales a que tengan su cuenta corriente emocional rebosante. La vida ya se encargará de nivelar el saldo pero mientras, en casa, que no se te olvide hacer un ingreso diario de 5 frases positivas.


Frases para fomentar en positivo:

La competencia:

  • Mira lo que has conseguido. ¡Es fantástico!
  • Te está costando pero lo estás haciendo muy bien.
  • Parece que disfrutas mucho haciendo eso.
  • Te está saliendo muy bien. Sigue así.
  • Es cierto que puedes mejorarlo. Sigue practicando y lo conseguirás.
  • No me ha gustado lo que has hecho. Sé que lo puedes hacer mejor
  • Por supuesto que puedes mejorar. Todavía puedes dar más de ti.

La iniciativa:

  • Tu esfuerzo ha valido la pena.
  • Estoy seguro de tu talento. ¡Atrévete!
  • ¡Mira lo lejos que has llegado!
  • Fíjate en el error e inténtalo de nuevo. Seguro que ahora es más fácil.
  • Me gustan tus ideas.
  • Seguro que encuentras una solución mejor.
  • Inténtalo, no importa si lo consigues o no. Todos nos equivocamos y así aprendemos.

La comunicación:

  • No opino lo mismo que tú pero te agradezco que me lo digas.
  • Dime cuál es tu opinión. Me interesa.
  • ¿Qué te parece?
  • Esa es una buenísima observación. Gracias.
  • Esa pregunta es muy interesante.
  • Me gusta que me preguntes cosas.

Su identidad:

  • Me gusta cómo eres.
  • Te quiero, te quiero, te quiero.
  • Espero que estés orgulloso de ti mismo.
  • Me gustas cuando sonríes.
  • Me encanta tu compañía.
  • Me gusta ver en lo que te estás convirtiendo.
  • No te compares con nadie. No hay nadie como tú.
  • No podemos ser buenos en todo. Por eso tenemos nuestros talentos especiales.
  • Eres especial, no hay nadie como tú

La responsabilidad:

  • Sé que puedo confiar en ti.
  • Me has demostrado ser responsable.
  • Equivocarse es bueno. Te enseña a mejorar.
  • No te lo permito pero te quiero.
  • Toma una decisión. Confía en ti mismo

La colaboración:

  • Gracias por tu ayuda.
  • Lo que has hecho ha sido muy importante para mí.
  • Yo no lo habría hecho así pero así está perfecto.
  • Yo no lo veo de la misma manera. Dime por qué piensas de esta manera.
  • Tómate tu tiempo para hacerlo.
  • Seguro que entre los dos es más fácil.
  • Sé que te cuesta un gran esfuerzo por eso te lo agradezco más.

Elena Roger Gamir
Pedagoga- Solohijos.com

COMO MEJORAR LA COMUNICACIÓN DE LOS HIJOS ADOLESCENTES



La adolescencia es una etapa de esplendor y de descubrimiento con importantes cambios físicos y psiquicos. Y es una creencia limitante pensar que la adolescencia es una época problemática. Por el contrario, el poder vivir de cerca los procesos de cambio de nuestros hijos es apasionante. El sólo hecho de tener esta creencia ya nos limita a la hora de educar a nuestros hijos. En este artículo ofrezco siete pautas para comunicarse con el adolescente y conseguir una relación sólida de confianza. De la calidad de esta comunicación dependerá la confianza, el respeto y la autonomía del adolescente

1. La calidad de la escucha. Si queremos que se sienta escuchado y atendido, tenemos que nadas centrar nuestra atención sólo en él. Incluso ir más allá e intentar escuchar sus sentimientos. También podemos decir en alto lo que estamos observando sobre lo que está sintiendo el adolescente  y ayudarle a reconocer cuáles son sus emociones. 

2. Hablar sin evaluar, juzgar, ni presuponer. Si cuando hablamos a nuestro hijo adolescente emitimos juicios o le culpamos, acabará por no escucharnos. Por ello no debemos utilizar frases como "Eres un mentiroso" sino "Eso que has dicho no es verdad". No utilizar el verbo SER cuando les riñamos, ya que hay algo innato e inamovible en el verbo SER. Tampoco presuponer o anticipar suspensos, ni conductas o resultados que no se han dado. Si nuestra forma de comunicar tiene tonos acusativos, nuestro hijo se cerrará en sí mismo, la comunicación será inexistente y nos preocuparemos por cualquier cosa.


3. No hacer comparaciones entre hermanos y no etiquetar a los hijos. Cada hijo es único y es un tesoro en sí mismo. Cada uno tiene sus cualidades, fortalezas y talentos. Si hacemos comparaciones, nuestros hijos se sentirán culpables por ser peores que su hermano/a y no se sentirán queridos ni valorados. Tampoco hay que poner etiquetas a los hijos. Es muy común etiquetar a los hijos. Uno es el guapo, el otro el inteligente, el otro el rebelde. O en el peor de los casos uno tiene todas las virtudes mientras que el otro todos los defectos. Todo esto hace que se instale un sentimiento negativo en el adolescente. 

4. No valorar sólo las calificaciones escolares. ¡Es un error muy común! Si sólo valoramos las notas que sacan en los estudios, y son niños seguramente con más talento en otras áreas, la autoestima bajará a bajo cero y como no verán otro camino se cerrarán en sí mismos y se aislarán. Hoy en día se sabe que hay diferentes tipos de inteligencia, no sólo la cognitiva matemática lingüística, que es la que es útil para sacar buenas calificaciones escolares. En mis sesiones veo niños con mucho talento pero por no sacar buenas notas se sienten muy desmotivados ante la vida, se esconden y se aíslan del mundo y cuesta mucho sacarlos de ahí para que se integren y lleven una vida normal. Si les valoramos y reconocemos todo lo que hacen bien se sentirán más motivados para estudiar que si sólo nos centramos en las notas. Otro error muy común es no felicitar a los hijos si sacan buenas notas, porque se supone que es su obligación. A partir del aprobado, recomiendo felicitar por las notas y decirle: įsigue así! ¡Muy bien! Y además podrías mejorar en. 

5. Responsabilidad, autonomía y capacidad de decisión. Haz que el adolescente sienta que su vida depende de él, que tiene ese poder y que nosotros estamos para guiarle, pero que el camino lo tiene andar él. Debemos darle responsabilidades apropiadas para su edad e irlas aumentando paulatinamente. También es muy importante dejarle un espacio de libertad para que aprenda tomar decisiones desde  pequeño. Hay muchas pequeñas cosas pueden decidir ellos: Actividades extra-escolares, ropa, amigos... Si decimos a un adolescente "esto se hace así porque lo digo yo" le estamos tratando como a un niño pequeño y no estamos fomentando su autonomía. 

6. Reconocer sus logros, ya que es la forma de saber por dónde tienen que ir. Hay que focalizarse en lo positivo y no en lo negativo. Debemos reconocer las fortalezas o talentos naturales y cualquier cosa que aprendan o hagan bien. Es el espejo donde ellos se miran para saber si van por buen camino. El reconocimiento se da desde el corazón pero describiendo lo que se ve o siente, no decir sólo que bien lo has hecho, sino describirlo. Por ejemplo: “Organizas muy bien tu tiempo con los exámenes y veo que te concentras muy bien cuando estudias".

 7. Pedir perdón si nos hemos equivocado. Los padres no somos superiores a nuestros hijos. Y nos equivocamos muchas veces. Por eso es necesario darle la razón a nuestro hijo, si la tiene, y pedir perdón si nos hemos equivocado. Estamos aprendiendo juntos y aunque los padres tenemos más experiencia, también nos equivocamos. La autoridad porque sí puede desembocar en sumisión o en rebeldía. Hay que educar desde el amor. 

La adolescencia no tiene que ser una etapa problemática. Un adolescente feliz está satisfecho con su vida, explorando y aprendiendo continuamente de todo. Sabe que su vida depende de él y estudia para hacerse un futuro a su medida. Tiene sus amigos con los que se divierte y la familia donde encuentra apoyo y paz, y donde se le reconoce para desarrollarse y expandirse.


JORGE SERRANO

sábado, 10 de abril de 2021

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