jueves, 6 de mayo de 2021

SELECCION DE VIDEOS SOBRE INTELIGENCIA EMOCIONAL




4:54

Cómo puedes ayudar a tu hijo a mejorar su inteligencia emocional. Daniel J. Siegel, psiquiatra





5:18

Siete pasos para ayudar a tu hijo a entender sus emociones. Rafa Guerrero, psicólogo




14:51

Inteligencia emocional. ¿Qué es la inteligencia emocional?







3:40

Tus Hijos y sus Emociones








5:59

NEURONAS ESPEJO y empatía: así se contagian las EMOCIONES






7:28

El secuestro emocional o secuestro amigdalino: por qué tenemos "días de furia"







5:13

¿Qué hacer ante las rabietas? | Entrevista





7:43

El control de la ira: técnicas para evitar perder el control






3:50

Los beneficios de la INTELIGENCIA EMOCIONAL para nuestros hijos. DANIEL GOLEMAN


Considerado como uno de los psicólogos más influyentes de los últimos tiempos, Daniel Goleman irrumpió en el panorama internacional como autor del bestseller “Inteligencia Emocional” y una amplia repercusión en campos como la psicología educativa, la educación y el desarrollo personal. Actualmente dirige programas en escuelas de todo el mundo donde se enseña a los niños a resolver y desarrollar sus habilidades sociales a través de la inteligencia emocional. Es cofundador de la Academia para el aprendizaje colaborativo, social y emocional.

Daniel Goleman explica por qué deberíamos enseñar a todos los niños y niñas a practicar y desarrollar la inteligencia emocional. 

Goleman es psicólogo, periodista científico y autor del libro Inteligencia emocional, uno de los best-sellers más longevos y reflexivos de los últimos años. 

Goleman es doctor en Psicología por la Universidad de Harvard, ha escrito para New York Times sobre el comportamiento humano y ha recibido dos nominaciones para el Premio Pulitzer. Sus publicaciones han tenido una amplia repercusión en campos como la psicología educativa, la educación y el desarrollo personal. 

Goleman destaca la necesidad de ser conscientes del papel fundamental que juegan nuestras emociones en la vida: “La inteligencia emocional es la capacidad de ser inteligente utilizando nuestras emociones, entender lo que sentimos y cómo se sienten otros, y usarlo en nuestras relaciones, en el trabajo, en la vida… en definitiva es esencial para la felicidad”, afirma. 

Además, Goleman señala la importancia fundamental que juega hoy la capacidad de atención, ya sea como una forma de autocontrol, para mejorar la empatía con los demás o la comprensión del mundo que nos rodea, así como los beneficios de su entrenamiento: "La práctica de la atención es como un músculo. Si no lo utilizamos se debilita; si lo ejercitamos, se fortalece", y subraya: “Es muy importante que los niños sean capaces de poner la atención donde quieran, porque la atención es la base del aprendizaje”.


7 PASOS PARA AYUDAR A TU HIJO A ENTENDER SUS EMOCIONES

Rafael Guerrero (psicólogo clínico y de la salud, experto en psicología educativa). Licenciado en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid y Doctor en Educación, Rafa Guerrero ha dedicado gran parte de su carrera profesional a la investigación, el ejercicio clínico y la docencia en la Facultad de Educación en la Universidad Complutense de Madrid y del Centro Universitario Cardenal Cisneros.

¿Cómo enseñar a los más pequeños a gestionar y comprender mejor sus propias emociones? 

El psicólogo Rafa Guerrero explica en este vídeo y en su libro ‘Educación emocional y apego’, los siete pasos para convertirse en un experto emocional. 

"Debemos conocer las emociones, darles un nombre, reconocerlas e identificarlas, permitir que los niños las sientan y expresen, que reflexionen. Y debemos enseñar herramientas y narrativa para que las comprendan y den una respuesta adecuada a esa emoción”, explica el experto. 

Rafa Guerrero explica que las emociones se comportan del mismo modo que cualquier idioma: no seríamos capaces de enseñar a nuestros hijos una lengua sin saber ninguna palabra de la misma. Es necesario que los padres aprendan primero a gestionar las emociones para después poder enseñar a los hijos cómo hacerlo. En esta sesión nos da 7 claves para conseguirlo.

Esquema de las sesión:
  • Conocer qué es una emoción. 
  • Reconocer las emociones. 
  • Legitimar la emoción. 
  • Aprender a regular las emociones. 
  • Reflexionar sobre la emoción. 
  • Dar una respuesta lo más adaptativa posible. 
  • Crear una narrativa integrada y adaptada al niño. 



¿Cómo fomentar la seguridad, autoestima y empatía en hijos y alumnos? En su último libro propone claves prácticas para implantar en casa y el aula. “Existen varias herramientas que podemos dar al niño para que sepa identificar, nombrar y expresar sus emociones. Debemos legitimarlas: si nuestro hijo nos habla de algo que le preocupa no podemos racionalizar, sino escuchar y atender hasta que encuentre el equilibrio emocional”, afirma el psicólogo. 

Y advierte de la importancia del “otro” en el aprendizaje de habilidades sociales. “La empatía no solo se puede, sino que se debe enseñar. Y para ello es importante no solo lo que decimos, sino lo que hacemos”, concluye.


La empatía es uno de los conceptos, una de las variables que necesitamos enseñar a nuestros hijos. El concepto de empatía viene del griego «empathos», que quiere decir «sufrimiento con el otro».

De ahí que cuando, por ejemplo, vayamos a un tanatorio a ver a un amigo que ha vivido una muerte de un familiar, de su madre o de su padre, ¿qué es lo que solemos decirle? «Te acompaño en el sentimiento». Es decir: «Sé cómo te sientes, puedo entender qué emociones y en qué situación te encuentras, pero no es mi situación, es tu situación». Entonces, el concepto de empatía es tremendamente importante.

La empatía es algo que no solamente es que se pueda desarrollar, sino que se tiene que desarrollar. Y siempre comento que la empatía se desarrolla con «un otro». Esto de «un otro» es entre comillas, porque «un otro» implica una tribu, ¿no?


Algunas claves para intentar gestionar las emociones de nuestros hijos


Es tremendamente importante que con el tema de las emociones, una de las funciones que cumplamos sea legitimar la emoción. Implica que yo permito que mi hijo no solamente experimente la emoción, sino que la pueda expresar. Cuando decimos «expresar la emoción», por supuesto, siempre dentro de unos límites. Es decir: «Yo entiendo y te permito que estés enrabietada, pero lo que no te puedo permitir es que me pegues un bofetón o que cojas la silla y la lances por la ventana». Eso siempre dentro de unos límites. Pero es tremendamente importante que los padres seamos conscientes de que en el 100% de las ocasiones las emociones tienen que ser legitimadas.

Aquí yo a los profes siempre les pongo un ejemplo que les chirría mucho. A los padres también. Yo siempre pongo el siguiente ejemplo: Si vuestros hijos en alguna ocasión os dicen: «Mamá, es que la profe de inglés me tiene manía», no entréis a debatir, no entréis a racionalizar. ¿Por qué? Porque eso es una emoción que tienen, eso es un sentimiento, es una manera de percibir a la profesora o la circunstancia equis que tengan en el colegio. Lo que tenemos que hacer nosotros es legitimar. Si mi hijo o si mi hija me está diciendo que se siente mal, eso es completamente legítimo. Porque ella no ha decidido sentirse de esa manera, simplemente es una emoción que le surge. Entonces, así nos la traslada. Si en el momento en que mi hija me está contando cómo se siente, yo lo que hago es, en vez de responder emocionalmente, respondo racionalmente, ya me estoy yendo a otra conversación.


Lo que siempre tenemos que hacer es legitimar la emoción, que eso implica que si tú, que eres mi hija, estás activando tu hemisferio derecho, yo no tengo otra que activar mi hemisferio derecho. Porque si no el código no va a ser el mismo. Te tengo que atender en conexión de hemisferio derecho con hemisferio derecho. Las emociones no se pueden criticar porque yo no las he elegido, simplemente me surgen. Otra de las cosas que también les llama mucho la atención a los padres cuando se lo digo, es: «Por favor, no les preguntéis por qué se sienten de esta manera».

Podemos preguntar por qué hacen. ¿Vale? Pero lo que tiene que ver con sentimientos no se lo podemos preguntar. ¿Por qué? Pues… Imagínate que yo voy al traumatólogo, y el traumatólogo, una vez que me hace las pruebas me dice: «Bueno, pues entonces, ¿crees que te tendremos que operar?». «Bueno, pues usted que es el traumatólogo, el profesional, me tendrá que decir si me deben operar o no». «Bueno, vale, pues venga, le vamos a operar. ¿Le operamos mediante la técnica A o mediante la técnica B? ¿Usted qué quiere? ¿A usted qué le parece?». «Pues no lo sé, por eso vengo a que usted me diga, que es el experto». Entonces, si nosotros les preguntamos a nuestros hijos, a nuestros alumnos: «¿Por qué te sientes de esta manera?» o «¿Por qué haces esto?», nos estamos rebajando. Les estamos diciendo que no entendemos nada, que este caos que ellos están viviendo es igual exactamente para nosotros.


Otra de las estrategias muy sencillas que podemos llevar a cabo con nuestros hijos es ponernos a su misma altura. Y esto es algo no solamente que hacemos los seres humanos. Cuando estamos hablando con un niño, cuando un niño está en una situación de desequilibrio emocional, el ponernos a su altura no solamente lo hacemos nosotros, lo hacen el resto de los mamíferos. Sobre todo los mamíferos superiores, los grandes simios.



“Hablar a un niño a la altura de sus ojos transmite confianza y seguridad”

 Lo que el niño está percibiendo es que no hay competitividad, sino todo lo contrario, hay cooperación. «Me interesa lo que me estás diciendo, me preocupa lo que me estás diciendo». Por eso es una estrategia muy sencilla, muy fácil de llevar a cabo, pero que en pocas ocasiones hacemos. Ante un conflicto de tipo emocional, hay que ponerse a su altura, hay que ponerse de rodillas.


Hay que agacharse, eso es. Y hablar mirándonos en una misma altura. No hay situación de superioridad cuando yo estoy trabajando con alguien que tiene un conflicto emocional. Me gustaría compartir contigo una anécdota que viví hace poquitos meses con mi hijo. Resulta que un día salimos a dar un paseo… Mi hijo, por aquel entonces, tenía añito y medio, más o menos. Y bueno, fuimos a dar una vuelta cerca de casa. Y de repente escuchamos un grito. Un grito, además, muy profundo, muy aterrador. Entonces, de repente, miramos hacia donde venía el grito y resulta que una mujer mayor, que tendría unos 70 años, más o menos, se había caído, con tan mala suerte que no le había dado tiempo a poner las manos en el suelo para protegerse, y por tanto se había hecho una raja en toda la frente. Entonces, la mujer iba sola, empezó a gritar y a llorar. Y, bueno, no había nadie para socorrerla.

Lo primero de todo es, por supuesto, atender a la mujer. Estábamos cerca de un colegio, por tanto, inmediatamente empezaron a venir padres a echar una mano, llamaron al 112 y, bueno, la mujer ya estaba atendida. Entonces, en ese momento, yo ya me puedo marchar. La habíamos atendido Nacho, mi hijo, y yo como buenamente podíamos. Claro, un padre primerizo que se encuentra en esa situación, llevaba una mochila con agua, con pañales y con toallitas, no llevábamos nada más. Entonces, bueno, la ayudamos de la manera que pudimos a la mujer, e inmediatamente, en cuanto esa mujer ya está atendida, lo que yo hago es: me bajo, me pongo a la altura de mi hijo y entonces empieza a decodificarle, empiezo a darle una narrativa. Y entonces le explico. Claro, tiene año y medio.

Le empiezo a explicar de una manera lo más sencilla posible esta situación, que es traumática, que es dramática, tanto para la abuela como para mi hijo, como para los que estábamos ahí, la mujer estaba sufriendo mucho. Entonces le digo: «Mira, Nacho, cariño, esta abuelita iba andando, se ha tropezado, se ha caído y se ha hecho mucho daño, se ha hecho mucha pupa. Y entonces nosotros la hemos atendido, la hemos ayudado y la hemos calmado, hemos llamado a la ambulancia y ya está atendida». Entonces, a medida que seguíamos andando, yo cada dos por tres me volvía a bajar y le volvía a explicar esta situación. Porque una de las claves para que una situación no se convierta en traumática es decodificarla y contarla muchas veces, en contra de lo que generalmente tendemos a pensar.


Entonces, ¿qué es lo que ocurre? Lo importante es que yo le coloque esa historia que para él es muy caótica, que para él es novedosa y que es desagradable, yo se la coloque bien. Y es verdad que luego cada padre, cada madre, va a tener su propia narrativa, lo va a explicar a su manera. Yo se lo expliqué de esta manera, que fue la mejor manera que pude, pero el caso es que yo le iba repitiendo. Se lo repetí dos o tres veces. Es más, mi mujer en ese momento no estaba, yo la llamo por teléfono y le digo: «Cariño, te voy a poner con Nacho, que te va a contar». Y Nacho lo contaba a su manera. El caso es que dos meses después volvíamos de viaje y no sé qué hiló Nacho, que me demostró que él había entendido esa narrativa. Entonces, él me llamó, me dijo: «Papá», y me dijo: «Papá, yaya, pupa, agua». Él me había contado con tres palabras…



El tema de las expectativas es tremendamente importante.

Aquí podríamos hablar de dos aspectos: lo que son las expectativas y luego algo que para mí es tremendamente relevante, que es la mirada incondicional. Respecto a las expectativas, ¿qué es una expectativa? Bueno, una expectativa es como un objetivo o una idea, un reto que les planteamos a nuestros hijos. Y muchas veces hay un desbarajuste entre lo que nuestros hijos están preparados o pueden hacer y lo que nosotros les estamos exigiendo. Entonces, claro, eso es muy frustrante. Si a mí me están pidiendo que haga algo que yo no soy capaz, pues claro, eso genera mucha frustración. Para mí es muy importante el tema del efecto Pigmalión. El efecto Pigmalión, se lo explico a los profes, tiene que ver con… Es algo que se parece a… Si la magia existe, es el efecto Pigmalión, en el aula.

Entonces, las expectativas que tiene un profesor, ya sea con un alumno o ya sea con un grupo entero, tienden a cumplirse. En el 100% de los casos no, pero en un porcentaje importante sí. Se hizo un estudio muy conocido que demostró lo que es el efecto Pigmalión. Un profesor que acaba de acabar el curso escolar con un grupo, en ese traspaso de información al siguiente tutor, le pasó el listado y señaló el alumno uno, el cinco, el 17 y el 24. Y le dijo al nuevo profesor, que no conocía de nada a ese grupo: «Estos son alumnos brillantes. Rinden muy bien académicamente, son líderes sociales, te van a ayudar, cohesionan muy bien el grupo, etcétera». El caso es que el profesor nuevo recibe esa información, y cuando finaliza su curso se da cuenta que el rendimiento de esos cuatro alumnos que hemos dicho estaba por encima de la media. Y el antiguo profesor le dice: «Pues todo lo que te he contado es completamente falso». Es decir, esas capacidades que el profesor antiguo le había trasladado al nuevo no eran ciertas. Pero la expectativa que tenía el profesor, al final, se cumple. Y se cumple, Laura, tanto para lo bueno como para lo malo.

Henry Ford tenía una frase que a mí me parece que es fantástica: «Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto». Esto viene a reflejar lo que es el efecto Pigmalión y lo potentes que son las expectativas




La canalización de las emociones, algunos consejos


En primer lugar, decimos que las rabietas es la manera que tienen de expresar los niños su rabia, su enfado, su no querer hacer algo. Y es la manera más adaptativa que tienen, no les podemos exigir que se comporten como un adulto porque no son adultos. Por eso lo que hacen es que se tiran al suelo. Además, es curioso, porque un niño en plena rabieta… O sea, una rabieta, por definición, es en el suelo, ¿no? ¿Por qué en el suelo? El suelo, la tierra, es lo más firme. Entonces, lo que buscan es la norma, es la estabilidad y por eso se tiran al suelo. Podemos decir que existen dos tipos de rabietas. Están las rabietas del cerebro inferior y las rabietas del cerebro superior, que a veces también cuesta un poquito diferenciarlas.


Las rabietas del cerebro inferior tienen que ver con necesidades. Es decir, un niño que tiene una necesidad que no está cubierta, el niño lo que hace es manifestarlo. ¿Cómo? A través de la rabieta. Esas rabietas, que son la gran mayoría de rabietas, tienen que ser atendidas. Ahí no podemos ignorar al niño. Cuando el niño necesita algo, yo no le puedo ignorar. ¿De acuerdo? Entonces, ante esa conducta explosiva de tirarse al suelo porque el niño está pidiendo algo que necesita y no se lo estamos dando, ahí se lo tenemos que dar. Eso es una rabieta del cerebro inferior. Y en segundo lugar, tenemos rabietas del cerebro superior. Estas son las rabietas que son programadas, aunque sea de manera inconsciente, por los propios niños. Estas se dan ya en niños más mayores. Las rabietas de niños pequeños son rabietas de cerebro inferior siempre, pero en niños más mayores, que ya tienen su corteza frontal ya bien desarrollada, ya son capaces de planificar, aunque sea de manera muy básica, y aunque sea de manera inconsciente, pero son capaces de planificar.

Hacen cosas, ¿para qué? Para sacar el máximo rendimiento a lo que ellos quieren. Y estas sí que son las rabietas que tenemos que ignorar. En el momento de la rabieta tenemos que ignorar, y una vez que pase la rabieta tenemos que hablar con el niño y darle… Primero, entender su emoción. Y en segundo lugar, darle recursos o darle alternativas para que ellos sepan qué es lo que pueden hacer en futuras ocasiones. En vez de tirarte al suelo, gritar de esta manera o hacer aquello, te voy a dar herramientas, como decíamos antes, para que tú puedas poner en marcha la estrategia que sea más adaptativa.


Por ejemplo, Laura, si a un niño le castigamos sin cenar porque se ha estado comportando mal, y entonces le castigamos sin cenar y le decimos: «Directamente a tu habitación porque has hecho algo antes o durante la cena has cogido el plato y lo has tirado al suelo», y se pone a llorar y está completamente enrabietado, esa rabieta tiene toda la razón del mundo. Le estamos quitando, impidiendo saciar una necesidad que, en este caso, es fisiológica y que el niño necesita. En cambio, en otras ocasiones, lo que los niños demandan es algo que no es tan necesario. Por ejemplo, un niño que se pone a llorar, se enrabieta muchísimo porque le hemos castigado sin ir al partido de fútbol del fin de semana. Realmente no es una necesidad, pero el niño lo pasa mal y lo manifiesta de esa manera.



Y ahora podemos ver, si quieres, algunas herramientas para trabajar. En primer lugar, cuando un niño está en rabieta del cerebro inferior, lo que tiene es su complejo reptiliano, su cerebro emocional, muy activo. Entonces, como no lo puede controlar porque es automático, es inconsciente, lo que siempre decimos es: «No provoquéis al niño». «No provoquéis a la lagartija», hablando del reptiliano. Entonces, en ese momento permitidle que tenga esa rabieta. Uno de mis grandes referentes es Daniel Siegel. Y él explica una estrategia que es muy sencilla que se llama «conectar y redirigir». 

¿Qué es lo que tenemos que hacer ante un desequilibrio emocional, como puede ser, por ejemplo, una rabieta?

 Lo primero que tenemos que hacer es conectar con él. Y una vez que conectemos con él y consigamos devolver al niño del desequilibrio emocional al equilibrio emocional, es cuando ya puedo aplicar disciplina, cuando puedo hablar con él y cuando puedo razonar con él. Porque en el momento en que un niño está experimentando una rabieta, tiene su cerebro emocional muy activo y su cerebro pensante lo tiene muy inhibido. Por tanto, no puede pensar. A veces intentamos que los niños nos escuchen, nos atiendan y que lleven a cabo lo que les estamos diciendo en plena rabieta. Eso es imposible.


Entonces, vamos a intentar reducir la activación de la amígdala para que cerebro emocional y cerebro racional estén más o menos a la misma altura, y a partir de ahí ya sí que podemos hacer cosas. 

Por tanto,  lo primero que tendríamos que hacer es calmar al niño. ¿De acuerdo? Conectar con él emocionalmente, siendo empáticos con él y entendiéndole, legitimando sus emociones, etcétera

Y en segundo lugar, lo que tenemos que hacer es redirigir, vamos a darle estrategias: 
«Cariño, ¿qué te parece si…?». «¿Qué se te ocurre que podemos hacer cuando vuelva a ocurrir en un futuro?». Etcétera, etcétera. Es verdad que la anticipación es un mecanismo de defensa muy importante. Que les anticipemos a los niños lo que va a venir después puede ser un buen recurso.




CHARLA COMPLETA:



Esquema de las sesión:

Conocer qué es una emoción. (min 08:36)
Reconocer las emociones. (min 20:30)
Legitimar la emoción. (min 24:22)
Aprender a regular las emociones. (min 27:31)
Reflexionar sobre la emoción. (min 37:09)
Dar una respuesta lo más adaptativa posible. (min 38:52)
Crear una narrativa integrada y adaptada al niño. (min 42:25)


domingo, 2 de mayo de 2021

Selección de videos de Elsa Punset sobre Inteligencia Emocional





11:52

Educar a los Hijos - Inteligencia Emocional - Elsa Punset







4:20

Cómo mejorar el clima emocional en tu casa - ELSA PUNSET - Inteligencia Emocional







4:20

Cómo manejar emociones complejas - ELSA PUNSET - El Mundo En Tus Manos







4:47

Las Emociones - Inteligencia Emocional - Elsa Punset







2:54

ELSA PUNSET No es magia, es inteligencia emocional







7:32

Éxito y Fracaso - Inteligencia Emocional - Elsa Punset







9:29R

EL TEST DEL CARAMELO - AUTOCONTROL - FUERZA DE VOLUNTAD


 


Autocontrol 
El famoso experimento del TEST DE LA GOLOSINA de Walter Mischel pone de manifiesto la importancia del autocontrol para lograr una vida más plena. Un recurso personal muy importante para que cualquier niño promueva su vida hacia cotas más justas e igualitarias. Nos invita y nos anima a enseñar a nuestros hijos a esperar, a retrasar la gratificación.

Que aprendan a medir: Cantidades, gastos, consumos, tiempo, colaboración ... en las mil oportunidades que ofrece la vida diaria; a medir las consecuencias de sus decisiones, ejercitando así la atención y la memoria! Saber que el autocontrol, además de la determinación, requiere estrategias, metas y motivación, y por supuesto el necesario análisis y control de las emociones que surgen.

Destacamos algunos detalles:
* El autocontrol es clave fundamental para la socialización de las personas, y está vinculado a la felicidad. 
* El autocontrol puede aprenderse y mejorarse, y protege a nuestros hijos de las complicadas decisiones que tendrán que tomar, promoviendo así la integración, la igualdad y el reparto de los bienes y la cultura. 
* Solo se espera, solo se resiste, cuando se tiene la confianza de que el objetivo estará allí cuando yo llegue.





Vamos a aprender a resistir casi cualquier tentación con el reto de los 10 minutos. ¿Preparados? En este experimento clásico, estos niños están comprobando lo difícil que resulta resistir la tentación de comerse un caramelo. Si aguantan sin comerse el primer caramelo durante un tiempo, recibirán el doble de caramelos de recompensa. Para resistir la tentación, estos niños tienen que ejercer autocontrol, que es la capacidad de aguantar un poco de frustración ahora para lograr tus metas más adelante. 


Los que lo logran mejor son los que utilizan estrategias de distracción, como mirar hacia otro lado o pensar en algo distinto al caramelo. 

Resulta que sabemos que esta habilidad de autocontrol es importantísima. 

Los niños que logran mostrar autocontrol a estas edades tendrán muchas más posibilidades de lograr sus metas cuando sean adultos.

Y es que necesitas autocontrol para casi todo. Para estudiar para un examen, para no comer demasiado, para aguantar un jefe pesado, para educar a tus hijos, para cuidar a tus padres, para escribir un libro, para montar un negocio... Para conseguir tus metas, las que sean, necesitas autocontrol. 

¿Cómo andas de autocontrol? 

Primero vamos a comprender qué pasa en tu cerebro cuando tienes ganas de algo. Pongamos que tienes ganas de un helado. Ves el helado y tu cerebro empieza a segregar dopamina y eso pone en marcha lo que llamamos los centros de recompensa del cerebro que te hacen sentir bien. Sabes que el helado te va a dar placer. Pero ¿por qué sentimos además tanta urgencia por consumir el helado? Bueno, pues esta es la parte mala. 

El cerebro va a generar una cascada de hormonas estresantes para que consigas esa recompensa y ese placer cuanto antes. Por eso cuando nos apetece algo tiene que ser ya! Si tu cerebro no se estresase tanto cuando deseas algo, sería más fácil gestionar los deseos. 

Podríamos pensar con más calma acerca de cómo y cuándo queremos satisfacerlo. ¿Qué puedes hacer para gestionar esta respuesta estresante del cerebro cuando deseas algo? 

Pues los neurólogos sugieren dos estrategias: La primera es fijarte en lo que deseas. Curiosamente, cuando sientes un deseo, si te centras en él, disminuyes la respuesta estresante del cerebro. Así que, si deseas algo que sabes que no te conviene, no intentes negártelo de entrada. Dite ti mismo: Vale, me apetece un helado. 

Y ahora llega la segunda estrategia: Le has dicho a tu cerebro "Vale, me apetece un helado" Va a ser tuyo. No te preocupes por ello. Pero... Dentro de 10 minutos. Esa es la segunda estrategia. 

El cerebro, cuando conoce las reglas del juego, se calma y frena esa cascada de hormonas de estrés que causan los deseos. Durante esos diez minutos haz algo que te distraiga. Pon distancia entre tú y la tentación. Llama a un amigo, haz un poco de ejercicio, pon música... Y repítete: Lo haré, pero más tarde. ¿Así qué logras?

 Logras aminorar la tentación y estarás en mejores condiciones de tomar decisiones sanas para ti. Al principio te costará pero, con un poco de paciencia y entrenamiento regular, conseguirás disminuir la respuesta ansiosa, estresante del cerebro y serás más dueño y menos esclavo de tus deseos. Estarás entrenando tu músculo de autocontrol y eso te va a ser muy útil.

KIT DE PRIMEROS AUXILIOS EN LA EDUCACIÓN

 SIEMPRE PODREMOS ECHAR MANO DE UN SENCILLO, PERO EFICAZ "KIT DE PRIMEROS AUXILIOS " SOBRE CONTROL EMOCIONAL Y SOCIAL QUE NOS EVITARÁ MUCHOS DISGUSTOS




¿Cómo puedo controlar mi estado personal? 

Teniendo en cuenta tres aspectos que, automatizados, evitarán
muchos disgustos, nos proporcionarán gran seguridad y nos ayudarán a ser más eficaces


KIT DE PRIMEROS AUXILIOS:
“Serénate, mira a ver lo que dices y cómo lo dices”


SERENARSE: Contar hasta diez. Respirar. Beber agua. Moverse...
LO QUE DIGO: El poder de las palabras: curan o hieren. Puedo escoger la frase más adecuada que describa la situación y ayude a la solución. Importancia de las preguntas que hacemos. ¿Crees que se puede hacer de otra manera? ¿Por qué tenemos que creerte? ¿Por qué crees que Juan hace esto? ¿Podrías decirme cuales serían las consecuencias?... (mejor preguntas abiertas).
DESDE DÓNDE LO DIGO: Desde el miedo, la rabia, la culpa, la sobreprotección, la angustia... el amor.


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Incorporar el esquema de las consecuencias (que veremos más adelante) a nuestra tarea educativa nos aporta seguridad y nos predispone al diálogo, la comunicación y la confianza. Podremos acercarnos así al corazón de los hijos, evitando esas agotadoras peleas que siempre terminan en luchas de poder: “Hay que ganarse al hijo en vez de ganarlo, y lograr que sienta que estamos de su lado”.

Entender esto es decisivo, y exige de nosotros:
Actitud de respeto y cariño; valorar lo positivo y evitar estar siempre sermoneando; tener en cuenta sus sentimientos; contar con su opinión y dejar que tome decisiones; mostrar confianza en que se portará bien...

Cuando se tiene asumido el esquema de las consecuencias, su aplicación se suele automatizar y simplificar. No saltarnos las consecuencias directas y no tener prisa por entrar en las relacionadas ya es un grandísimo avance. Si además somos capaces de evitar el castigo, fenomenal. Ayudará mucho tener en cuenta lo que necesita y lo que no necesita nuestro hijo en cada momento.

Si esto funciona, ¡y créetelo, funciona!, lo razonable es cambiar de sistema; pero sabiendo que nos va a costar más, al menos inicialmente, a los padres que a los hijos. Prueba a desterrar los castigos de tu casa.

Olvídate de las amenazas, de los chantajes y de los gritos. ¡Esto tiene un precio!: La paciencia; que junto a la ternura y la firmeza, sostenidas en el tiempo, son las claves del éxito.



CÓMO SERENARSE  EXPLICADO POR LOS NIÑOS

"La inspiración para 'Solo respira' vino primero hace poco más de un año cuando escuché a mi hijo de 5 años hablando con sus amigos acerca de cómo las emociones afectan diferentes áreas del cerebro, y cómo calmarse tomando algunas respiraciones profundas — cosas que estaban aprendiendo en el jardín infantil de su escuela.

Estaba sorprendida y dichosa de ser testigo de cuán significativo estaba siendo el aprendizaje socio-emocional en una escuela primaria en estas mentes tan jóvenes. 

Hicimos "Solo respira" con nuestro hijo, sus compañeros de clase y con sus familiares un sábado en la tarde. El vídeo no tiene guión – lo que los niños dicen está exclusivamente basado en su comprensión neuro-científica de las emociones difíciles, y cómo pueden afrontarlas a través de la respiración y la meditación. Ellos, a su vez, nos enseñan a todos nosotros...



CURSO: EDUCAR EN LA ADOLESCENCIA

Ser padres es una tarea apasionante y en la que a veces nos tropezamos con dudas, nos vemos desbordados o necesitamos contrastar con otros e...